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El colchón financiero y tus miedos económicos

 

La verdadera batalla inicia en la mente y se traduce en acciones y hábitos financieros diarios

Especial de Nicolás Litvinoff para el Diario La Nación 

Los que nos observan desde fuera podrían pensar que, con los problemas económicos que enfrentamos en Argentina, como la alta inflación, la falta de crecimiento y la constante pérdida de valor de nuestra moneda, ya deberíamos estar acostumbrados a lidiar con nuestros miedos económicos.
Sin embargo, desde el cambio de gobierno, nos encontramos en una situación en la que los precios han acelerado su inercia alcista, superando ampliamente el ritmo de aumento de los salarios, lo cual afecta directamente el poder adquisitivo de la población. Además, se suman las sombras de posibles despidos y la intensificación de la crisis económica se ciernen sobre nosotros, mientras los líderes advierten sobre meses difíciles por delante. En este escenario, los miedos económicos se multiplican, afectando a casi la totalidad de la población.
En la columna de hoy exploraremos que son los miedos económicos e identificaremos los diversos tipos que acechan en estos tiempos desafiantes para, finalmente, ofrecer soluciones para transitar estos momentos sin sucumbir al
estrés financiero, el cual inevitablemente repercute en nuestra vida cotidiana.

Distintos tipos de miedos económicos

El miedo económico se refiere a la preocupación o aprensión que experimenta una persona en relación con su situación financiera o la economía en general. Este sentimiento puede surgir ante diversas circunstancias, como la incertidumbre laboral, la inestabilidad del mercado, la pérdida de ingresos, la inflación, la depreciación de la moneda, entre otros factores económicos. En términos más simples, el miedo económico se manifiesta cuando las personas temen no poder cubrir sus necesidades básicas, enfrentar dificultades financieras o sufrir pérdidas económicas significativas. Este fenómeno puede tener un impacto negativo en la calidad de vida y el bienestar emocional de las personas, generando estrés y ansiedad.
Entre la amplia gama y singularidad de miedos económicos que podrían existir, analicemos tres a modo de ejemplo:
1) Miedo a la pérdida de “status social”: Este tipo de miedo económico surge ante la posibilidad de descender socialmente, como por ejemplo pasar de una clase media a una posición económica más baja, y perder el estatus y las comodidades asociadas. Las personas temen no poder mantener el nivel de vida al que están acostumbradas, lo que podría implicar renunciar a ciertos privilegios y enfrentar dificultades financieras que antes no experimentaban.
2) Miedo a Agotar el “Colchón” financiero: La inquietud por consumir el colchón de ahorros para enfrentar las necesidades diarias de subsistencia genera una aprensión tangible. El temor se centra en la posibilidad de agotar rápidamente los recursos financieros acumulados a lo largo del tiempo, dejando a la persona sin un respaldo económico de emergencia. En el último mes, una razón potencial por la cual el dólar blue no ha seguido el ritmo de la inflación podría estar relacionada con el hecho de que muchos argentinos, para llegar a fin de mes, se ven obligados a vender dólares de su colchón. Esta acción incrementa la oferta de dólares, ejerciendo presión a la baja sobre su precio.
3) Miedo a la Pobreza Extrema: Este temor se manifiesta cuando las personas tienen la preocupación constante de no poder mantener un nivel de vida digno, temiendo caer en la pobreza extrema. Factores como la pérdida de empleo, cambios bruscos en la situación económica personal o eventos inesperados que afecten los ingresos, alimentan este miedo. La inquietud se centra en la posibilidad de no poder cubrir necesidades básicas como vivienda, alimentación y salud.

Tres herramientas mentales para desafiar los miedos económicos

Enfrentar el miedo a la pobreza puede beneficiarse de un ejercicio detectivesco de los pensamientos negativos. Este proceso implica cuestionar y analizar de manera realista las preocupaciones económicas. Aquí se desglosa el enfoque:
i) ¿Existe realmente la posibilidad de perder todo mi dinero y caer en la pobreza?
Se debe examinar objetivamente la probabilidad de que las peores consecuencias ocurran. Iniciar el proceso identificando claramente los
activos financieros, las inversiones y las fuentes de ingresos, para determinar con claridad la situación financiera actual.  Evaluar la estabilidad de estas variables proporciona una comprensión realista de la situación económica presente. Muchas veces, la percepción del riesgo puede ser más elevada que el riesgo real.
ii) ¿Poseo un
fondo de reserva para vivir 6 meses en caso de que me quede sin trabajo?
La clave no solo radica en la existencia del fondo de reserva, sino también en su capacidad para satisfacer nuestras necesidades durante un periodo prolongado. Preguntémonos si la cantidad actual en el fondo es suficiente para cubrir gastos como vivienda, alimentos, salud y otros gastos esenciales durante seis meses sin ingresos adicionales.
Si al evaluar nuestro fondo de reserva identificamos que no es suficiente, es crucial considerar estrategias para mejorarlo. ¿Podemos aumentar gradualmente esta reserva mediante
ahorros regulares? ¿Existen áreas en las que podamos reducir gastos no esenciales para destinar más recursos a este fondo?
Pasados esos 6 meses: ¿Tendría gente dispuesta a ayudarme? ¿Cuánto tiempo tardaría en volver a valerme por mis propios medios?
En resumen, responder a la pregunta sobre la existencia de un fondo de reserva para vivir seis meses en caso de adversidades económicas implica un examen profundo de la actual capacidad de enfrentar situaciones de emergencia y la disposición para mejorar esta herramienta fundamental de seguridad financiera.
iii) Visualización Positiva:
Dedicá tiempo regularmente a visualizar un escenario financiero positivo. Imaginate alcanzando tus metas económicas, superando desafíos y disfrutando de la estabilidad financiera. Esta práctica puede ayudar a contrarrestar los pensamientos negativos, cultivar una mentalidad más positiva y fortalecer la confianza en tu capacidad para manejar situaciones económicas adversas. Realizá esta práctica todos los días por un lapso de al menos 15 minutos, adaptándola a tus metas y aspiraciones específicas.
La visualización positiva no solo ayuda a reducir la ansiedad y el miedo, sino que también puede influir positivamente en tus actitudes y comportamientos hacia las decisiones financieras. Combiná esta herramienta con las anteriores para fortalecer tu enfoque mental y mejorar tu bienestar financiero.

Conclusión

Aunque en ocasiones los miedos económicos pueden parecer meramente un fenómeno mental, en el actual contexto económico, justificadamente, han tomado relevancia. La clave para abordarlos radica en la conciencia, evitando caer en la queja constante y en pensamientos catastróficos. La verdadera batalla inicia en la mente y se traduce en acciones y hábitos financieros diarios. Utilizar las herramientas presentadas hoy proporcionará un enfoque práctico para superar estos temores y construir una base financiera más sólida. Nos encontraremos nuevamente la semana próxima con más material sobre inversiones y finanzas personales. ¡Hasta entonces!


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